Foto M.E.
Tengo el corazón herido y grandes
nubarrones negros con aires amenazantes, están a punto, ¿o no?, de descargar
sobre nuestras cabezas para abrir unas simas inexplicables a los ojos que ya
parecen cerrados al raciocinio, a pesar de que mis deseos son los de
equivocarme en tamaña apreciación. A veces los sentimientos ciegan y tapan para
hacernos discurrir a lo largo de senderos desarrollados por caminos trazados con
pulso nervioso y plasmando renglones torcidos que nos arrojan a los precipicios
conducentes al vacío. Si resulta de esta manera, corremos el riesgo casi seguro
de estrellarnos. Ninguno será rico, todos unos pobres diablos. Panorama
miserable. Queremos resistir para paliar unos efectos catastróficos.
Aragón y Cataluña siempre han ido unidos
en la historia bajo el gran paraguas de la Corona de Aragón, como un matrimonio
bien avenido que a veces tiene crisis graves y que terminan solucionándose
antes de que llegue la extenuación. Así es que tras las tormentas suele venir la calma, que como se sabe es
mejor el amor que la guerra, en la que mueren casi sin remisión muchas neuronas
colectivas e irrecuperables.
En este caso se ha abierto una brecha que
se intenta tapar por sectores cargada de un odio inexplicable, pero existente.
No todos piensan igual y todos quieren estar en posesión de la razón ¿sea al
precio que sea? Si esta es la respuesta
al interrogante, equivocados estamos desde la “A” hasta la “Z”. Hay muchos independentistas
radicales en Cataluña; mi respeto y aprecio para todos ellos. ¿Me guardarán
ellos el mismo respeto? También al Este de Aragón hay un número de catalanes y
españoles que a un tiempo que tienen repartidos sus cariños con la misma
intensidad, tan catalanes como aragoneses, y con ello digo españoles. ¿Quién
tiene la razón? El mundo está globalizado más que nunca, cuando hay criterios
que pretenden aumentar el número de fronteras. Es como poner constantemente
barreras para la paz y el bienestar de todos.
Soy aragonés y español y tengo también
buenos deseos, los mejores, dirigidos hacia Cataluña, una autonomía, o región o
nacionalidad, y si prefieren una nación, me da igual. Por supuesto que amo a mi
patria chica, y me molesta y hasta me encrespa que la Enciclopedia Catalana
hable de una Corona Catalano-Aragonesa que nunca existió, o que el Aneto
pretendan circunscribirlo íntegramente a Cataluña, así como las poblaciones de
la Franja, de norte a sur.
Defenderé Aragón con la vehemencia que me
caracteriza, pero siempre mirando con dulzura y amor a una tierra que durante
un siglo (1880-1980) acogió a medio millón de aragoneses que echaron raíces y
abrieron huellas, mientras que en el siglo XVIII centenares de catalanes se
establecían en tierras aragonesas en las que también crearon su hogar.
Pensar en una Cataluña independiente, me
da mucha pena, me entristece. Pese a las diferencias de criterios y de ideas, son
mucho más los factores que nos unen que los que nos separan. Se han llegado a desarrollar
rencillas superiores que solo se acortarán con una apertura mutua de corazones,
con una vuelta a diálogo sincero y sin tregua. Por otro lado, que me perdonen
quienes no comparten mi forma de pensar, y es que me opongo radicalmente en mi
tierra al boicot a los productos catalanes, un boicot que solamente puede
arrastrar hacia la ruina a unos trabajadores y profesionales que no nadan en la
abundancia, con las consiguientes pérdidas
de puestos de trabajo. Egoístamente hablando, no solo Cataluña saldría
perdiendo dejando de ser “la tierra al Este donde se trabaja y paga”, como
cantaba José Antonio Labordeta, sino un Aragón que también soluciona parte de
sus problemas gracias al entendimiento de pueblos hermanos que ha habido a
través de los siglos, y ahora más, sin excepción alguna. Restablezcamos pues
nuestros afectos, recordemos que el catalán es también una lengua aragonesa y
recordemos que muchos ilustres aragoneses de las artes y las letras, así como
de la economía, se establecieron también en una Cataluña hermosa, que no
queremos, no deseamos, que nos arranque el corazón. Seamos más universales y
así nos irá a todos mucho mejor. Espantemos esos nubarrones que no dejan pasar
a las luces del espíritu y de la razón.
MANUEL ESPAÑOL
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